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viernes, 10 de junio de 2011

♥ ♥ ♥ SOLTANDO APEGOS, CERRANDO CÍRCULOS ♥ ♥ ♥



En este viaje evolutivo, y a estas alturas, todos estamos sintiendo de alguna u otra forma, como limpiamos, transmutamos y sanamos, energías dolorosas de ésta e incluso otras vidas, que se han mantenido durante mucho tiempo almacenadas en nuestro ADN y en nuestros cuerpos físicos, mentales, emocionales y etéricos.


Estamos regresando a Casa, a nuestro centro de poder, el Corazón: portal de reunión, integración y alquimia de todos nuestros procesos de experiencia humana.

Durante este desafiante trayecto, llegamos a un punto donde nos sentimos peor, ya que inevitablemente, somos nosotros los que estamos justo “dentro” de todo lo que se está yendo, y DEJAR IR TODO, es precisamente el combustible para este viaje hacia el SER. Una vez aprendido esto, es tiempo de aceptar y liberar.

Por un lado estamos liberando y por otro lado estamos “dibujando” y encajando un nuevo patrón, hasta “convertirnos en ese lugar hacia donde vamos” y que siempre nos acompaña.

Durante el aprendizaje, uno cae en la cuenta, de que si entra en negación con algún aspecto de su ser que viva dentro, dicho aspecto será amplificado y representado por los seres que nos rodean, por las circunstancias que atraemos, e incluso por “sorprendentes” formas de pensamiento, con el fin de mostrarnos nuestra inconsciencia, nuestra sombra y la naturaleza reprimida de nuestro ser.

Las frecuencias energéticas que emitimos, atraen frecuencias similares y también complementarias, y nos encontramos cómo el entorno nos refleja justamente, lo que queremos evitar, haciéndose eco de todo aquello que hayamos relegado al inconsciente.

Todo lo que no esté en armonía con nuestro “estado de conciencia en evolución”, emergerá inevitablemente a la superficie, para ser sanado.

Siempre enganchamos dentro y fuera, con las vibraciones “adecuadas” para mostrarnos el sendero de ”regreso al Hogar”, para mostrarnos si estamos alineados o no, a nuestro mensaje interno, a nuestra semilla de Luz y Amor : personas y acontecimientos -incluso tras lo aparente- se convierten en magistrales herramientas de apoyo y ayuda, son “formas” incondicionalmente amorosas de decirnos ¡eh! ¡que no estás siendo todo lo mejor que puedes ser…retoma tu verdadero camino!.

Pero hasta que no nos permitimos ser totalmente vulnerables y humanos, no podemos experimentar y constatar la naturaleza ilusoria y limitante de todo lo que nos atrapa y que una vez removida a la luz de la conciencia, nos permitirá abrazar nuestra liberación y grandeza.

Y hasta que no soltamos y dejamos ir todos nuestros apegos e identificaciones, no nos volvemos puros e inocentes. La conciencia inocente del hombre que ha madurado a su realidad espiritual le torna “indiferente”. Cuando somos inocentes, no existe malicia, expectativas, culpas, juicios, adversión ni apegos, simplemente el fluir del Ser sin necesidad de identificarse con el No Ser.

Se requiere por tanto de vulnerabilidad e inocencia para despertar a nuestra Verdad.

Por otro lado, para llegar a conocer los mecanismos del pensamiento, se hace imprescindible la autoobservación de nuestro proceso mental. La maestría no creo sinceramente, que tenga nada que ver, con tener todo el tiempo pensamientos “perfectos” o positivos; más bien nos hemos situado en este tablero para tener experiencias, que deben suceder en continuo contraste.

La clave está en no apegarnos a lo que pensamos, está en aprender a discernir qué pensamientos drenan nuestras energías y cuáles las nutren. Tan sólo el corazón conoce la diferencia.

La manera en que percibimos y expresamos el amor humano por ejemplo, está basado en el acto de encontrar en nuestro interior la armonía y el equilibrio. Cada uno, está en alguna parte de nosotros en desequilibrio, por ello atraemos siempre personas, que nos ayuden a armonizarnos. Cuando dos personas se encuentran, se reconocen y se unen, se forma una conexión, un vínculo con un tremendo potencial de crecimiento y expansión; cada uno se mira en los ojos del otro y se ve a si mismo, ve a ambos y al mundo a través de ellos: este es el verdadero reflejo del corazón.

A partir de aquí se crea una relación, que puede ser amistosa o de pareja, pero ambas amorosas. Muchas personas están apegadas a la relación, no al amor que ven reflejado, y sin lugar a dudas este apego, está estrechamente relacionado con el apego a la idea o concepto sobre qué es el Amor. A medida que evolucionamos, también soltamos el apego al Amor y lo que emerge es el Amor Incondicional: uno ya comprendió que aquello que tanto le gusta y enamora en la otra persona es aquello que ya tiene en su interior y que el otro le refleja; por ello cuánto más podamos llegar a mirar, a través de los ojos de alguien, más y más nos amaremos a nosotros mismos incondicionalmente.

Ananda.